Francisco Pacheco

(Sanlúcar de Barrameda, 1564 – Sevilla, 1644)
Biografía del artista

 

Santa Catalina, 1608

Óleo sobre tabla

Museo Nacional del Prado, Madrid

Esta obra de Francisco Pacheco procede, junto a su compañera santa Inés, del retablo que poseía doña Francisca de León en la iglesia del Santo Ángel de Sevilla. Las dos tablas fueron adquiridas por el Deán López Cepero en 1804, cediéndolas en 1821 a la colección del rey Fernando VII. Ambas fueron referencia para lo que se ha venido a denominar retrato a lo divino y, sin duda, constituyen un punto de partida para la pintura de Velázquez, que se formó en el obrador de Pacheco entre 1610 y 1616, consiguiendo dar el salto del manierismo reformado practicado por su maestro, a una pintura de raíz naturalista, que presta atención al modelo real.

La presencia de estas pinturas en la colección permanente del Centro Velázquez tiene además un interés especial, ya que la comparación estética entre las dos obras de Pacheco, la Santa Rufina de Velázquez, y la Santa Catalina de Murillo, consigue recrear un universo visual envidiable, que tiene como nexo la imagen sagrada personificada, gracias a emplear como modelos a personajes concretos y cercanos a cada uno de los artistas. En el caso de Pacheco, quizás más artificiales y distantes de la realidad, pero, en el de Velázquez y Murillo, muy verosímiles y fuertemente caracterizados.