Anónimo

Vista de Sevilla, h. 1660

Óleo sobre lienzo,

Fundación Fondo de Cultura de Sevilla

Esta Vista de Sevilla puede considerarse, junto con la que conserva el Museo de América de Madrid, una de las más importantes y monumentales de la época. El lienzo enmarca perfectamente la amalgama de ilusiones, hervidero de gentes y trasiego de galeones y galeras, que era Sevilla en el siglo XVII.  El historiador Juan Miguel Serrera ya señaló: “Los detalles cuentan más que el conjunto”, al presentar, mejor que en ninguna otra vista conservada, a una ciudad que le gusta ver y ser vista, y que en esos momentos era el vivo espejo del mundo.

La urbe se muestra desde su flanco oeste, valorando a Triana y su puente de barcas, y situando los principales hitos urbanos de la ciudad, algunos estereotipados como sucede con la Giralda, la Catedral, o la Torre del Oro, pero otros precisamente descritos, como ocurre con la antigua coracha, que unía esa torre con la de la Plata, y con las edificaciones del arquitecto milanés, Vermondo Resta. Estos detalles se pudieron tomar, al igual que la vista general, del grabado de Mathäus Merian (1593-1650) que ilustraba el libro Neuwe Archontologia cósmica… de Johan Ludwig Gottfried, así como la estampa de Johannes Janssonius titulada Qvi non ha vista Sevillia non ha vista marravilla, fechada en 1617. No estamos por tanto ante una visión realizada con voluntad de exactitud topográfica, sino interesada en reflejar la variedad de actividades y ocupaciones sociales que mantenían a la ciudad en continúo movimiento, haciendo hincapié en los aspectos comerciales y la vocación marinera de su río, que singularizaron fuertemente la vida de los sevillanos durante el Siglo de Oro.